Por una u otra razón, seguía dejando este post en borrador desde hace varios días. Muchas ideas que plasmar y nada me convencía; mientras debatía cuál palabra poner y cuál no, las cosas seguían mal en la cueva del Viejo León. Algo pasó para dejar atrás mi debate y terminar por fin el próximo conjunto de palabras. Este 21 de marzo, renunció Carlos Restrepo como DT del Olimpia.
Sinceramente, no me sorprendió. Creo que a nadie. El domingo pasado el Nacional fue un desastre. Huevos estrellados sobre el asfalto confirmaron que la afición más numerosa de todas no estaba feliz; de hecho esas acciones trascendían ya a un enojo colectivo. Una manta y cánticos como cereza en el pastel, reforzaron la declaratoria de descontento.
A ver, la cosa no era contra Restrepo: era contra los jugadores conformistas y contra la directiva. El problema del Olimpia no se resolverá con la salida del colombiano. De hecho, no considero que él tenga un alto nivel de culpabilidad en la accidentada actualidad del equipo. Esto viene viene desde antes y va mucho más allá de su manejo.
Desde hace algunos años, el Olimpia está jugando de una manera irregular, conformista y mezquina. De vez en cuando destacaba, pero más por sus figuras individuales que por su juego colectivo. ¿La gente estaba feliz? Ni sí, ni no. A pesar que el equipo jugaba un fútbol que no nos llevaba a un estado de enamoramiento y locura, siempre se mantuvo en la punta de la tabla torneo a torneo, con la directiva siendo indiferente y por lo tanto Vargas siendo inamovible. De repente entrar a la liguilla ganando por la mínima diferencia, reemplazó esos años inolvidables que nos regalaron ganando, gustando y goleando.
El equipo más grande de Honduras y Centroamérica solo quedará en la memoria de quienes lo seguimos hace más de 15 años. Actualmente, ni los jugadores ni la directiva hace algo por cautivar a esa nueva generación de jóvenes y niños que están aislados del sentimiento que alguna vez nosotros llegamos a sentir. La construcción de un vínculo estrecho con el equipo se debe gestar semana a semana, especialmente en el Nacional, pero ya ni ahí se impone el Olimpia.
El Viejo León está en caída libre, y me pregunto ¿serán Nahúm y JC los paracaídas que salven al club de ese aterrizaje tan funesto? El tiempo es inequívoco y nos dará las respuestas. Lo que tengo claro es que algo sí cambiará en el equipo estando ellos al mando: siendo viejos conocidos y habiendo alcanzado la gloria con el club, pondrán en cintura a esos jugadores que no estén comprometidos con su trabajo y sobre todo con la gloriosa historia del club. Señores directivos, jugadores y afición: las alarmas comenzaron a sonar. ¡Es hora de rescatar la casta tricolor!
VQV
Epílogo:
Hace semana y media me encontré al Profe. Restrepo en el supermercado. Me detuve unos minutos a hablar con él y me pareció una persona muy cordial y amena. Le dije que necesitábamos que el equipo levantara la calidad de juego, y que por favor sentara a los jugadores que no rendían y le hacían perder partidos por sus negligencias. Se echó una carcajada y me pregunto "¿Quién?". Yo le dí un par de nombres y finalicé diciéndole que le deseaba lo mejor.
"Muy querida", respondió él.
¡Éxitos, Profe!