Tu mejor prenda
Cuando éramos menores, en nuestras vacaciones escolares, mi hermana y yo visitábamos a mi abuela en su ciudad natal, Nacaome (en serio ahí sí hace el calor que todos dicen). Mi abuela es multifacética, y una de sus profesiones es la docencia, por lo que cada noche la acompañábamos a la jornada nocturna de su colegio. Mientras ella se ocupaba de sus cosas, nosotras buscábamos la manera de entretenernos. Cuando se es menor, eso es mucho más fácil, ¿verdad? Ella siempre nos detenía en lo que estuviéramos haciendo y nos decía “Vaya, salude”. Típico de abuelas, o por lo menos de la mía, cada vez que pasaba alguien diferente frente a nosotras. Una de las frases que más escuchábamos en nuestras visitas era: “Hola Profe, ¿ellas son sus nietas? ¡Puras gringuitas!” En mi mente respondía con un “¡NOOO, si yo soy igual de hondureña que vos!”. Estamos acostumbrados a crear un estereotipo de cómo es el hondureño, pero nos equivocamos al hacerlo porque resulta que esta es una tierra con gran diversidad cultural y racial. Y la verdad, ¡qué dicha que así sea! Es realmente bonito descubrir qué nos ofrece cada zona de nuestro país y conocer lo diferente de su gente. Yo lo estoy haciendo de a poquitos, hace como dos semanas descubrí las fritas de maíz, y me reproché que en 22 años nunca las había probado. (¡Gracias Atolera Yoselin por dejarme probar algo celestial!) Necesitamos sentirnos hijos del mismo país. Honduras somos todos, no solo los que tienen poder o no solo los que no lo tenemos. Los del interior y los de la ciudad, los garífunas y los lencas, los del sur y los del norte. Necesitamos empujar todos hacia una misma dirección: un mejor país que debe dejar de ser solo una utopía. Y lo dejará de ser si honramos nuestro trabajo a diario, sea cual sea, si respetamos nuestra identidad y la promovemos. Honduras es un diamante en bruto, necesita que a diario le quitemos sus imperfecciones, y llegará el momento que brillará más que nunca y sería increíble que todos fuéramos parte de esa obra maestra. Tela, Atlántida. Crédito: Apunta y Dispara Es momento que lo bueno trascienda y logre opacar lo malo. Si vamos a criticar, que sea con fundamento o solamente si vamos a aportar la solución. Llenemos este país de vibras y acciones positivas, y así uno a uno nuestros males se irán por la puerta trasera. Para exigir hay que dar, la pregunta es: ¿estamos listos para darle lo mejor de nosotros a Honduras? Cada quien maneja sus propios estándares sobre qué es lo mejor, pero no importa, si lo damos a nuestra manera, no hay duda que haremos un pequeño cambio, que a largo plazo se reflejará en el país. Deseo solo buenas cosas para mi país, pero también tengo un deseo personal, que me ajuste la vida para conocer cada uno de los paisajes espectaculares de mi país, porque tengo ganas de recorrerlo de pies a cabeza. Ser hondureño no es algo que te podás quitar o poner, es algo que llevás con vos siempre; tu mejor prenda. ¡Vestila con orgullo, dignidad y responsabilidad! Sonrisas que transmiten energía. Crédito: Apunta y Dispara Las inmortales palabras del gran Guillermo Anderson hoy hacen más eco que nunca en mi mente: Honduras, ¡para quererte no me ajusta el corazón! VQV Podés encontrar en Instagram a @apuntaydispara