“¡Dame tu phone!”, dijo agitado.
No, no fue un muchacho invitándome a salir el que dijo eso. Sufrí un asalto. ¡Un asalto en spanglish!
En pleno domingo de resurrección un joven me tomó por sorpresa mientras esperaba que abrieran la puerta de la casa de mi abuela. Solo andaba dos cosas en las manos, el celular y las llaves del carro de mi mamá. Sin pensarlo dos veces, se lo entregué. Me exigió dinero y yo respondí con un sincero “Te lo juro que no ando”. Muy casualmente me dijo “Ah, bueno.” Se subió a su mini bici y se marchó.
Ahí iba mi cel, la extensión de mi brazo, en manos de aquel canalla. Mi reacción durante #ElAtraco fue muy tranquila, solo me alteré levemente minutos después. El susto pasó. Me siento agradecida porque él no llevaba armas, al menos eso creo, y no hizo nada que perjudicara mi integridad. Para todo lo demás, existe MasterCard. Lo material va y viene, ese día lo entendí más que nunca, después de mi primer asalto.
Podría decirles que no me interesa el motivo por el cual Mr. Ladrón lo hizo. Pero de hecho, sí me interesa. Existe un contexto del por qué de sus acciones. Y ojo, no lo estoy eximiendo de culpa a él, pero asumo que la falta de oportunidades laborales y de educación en combinación con malas elecciones, llevaron a Mr. Ladrón a aventarse sobre mí esa mañana. Una altísima cifra de jóvenes tienen que atravesar las mismas situaciones del joven en cuestión. Muchachos buenos, que a medida pasan los segundos van desprendiéndose de sus escrúpulos, eligiendo el camino más fácil hacia un pedazo de pan. Nunca me he encontrado en esa situación y por eso me siento doblemente agradecida.
Mr. Ladrón, si algún día llegás a leer esto, espero que estés muy bien. Ojalá hayás cambiado el camino fácil por uno rocoso y empinado, porque al final te traerá paz por las noches y una vida sin remordimientos.
Lástima que no pudiste sacar muchos lempiras de tu mala acción. (Pude bloquear mi celular - el aparato - para que nadie más lo pueda usar. #GraciasSteveJobs)
VQV
Te salió güaya.