Antes que todo, ¡qué bien cayó este día festivo! Con tarde de Champions incluída. Hace mucho tiempo no tenía el placer de sentarme tranquilamente a ver fútbol entre semana. Lo extrañaba. Ahora, a lo que vamos..
El Santiago Bernabéu fue testigo de un partido intensísimo, digno de semifinal de la mejor liga del mundo. La Liga de Campeones permite 'irreverencia' de los equipos, irreverencia hacia esa realidad que viven en sus ligas locales. La Champions es cuento aparte. El plato fuerte estuvo acompañado de drama y declaraciones de amor: Una de James por su ex equipo, al no celebrar el gol anotado, y otra del Madrid hacia su gente, cumpliendo con el compromiso de siempre: brillar en Europa.
Después de dos goles tempraneros que ponían a todo el mundo fútbol a sudar, concluí que los jugadores tienen la potestad de escribir el destino futbolístico de su equipo con sus pies (y con sus manos), pero es imposible ignorar que las extremidades son simples súbditas de algo mucho más poderoso y autónomo: la mente. Y bien dicen que quien tiene control de su mente, está en absoluta ventaja sobre los demás.
Así selló el Madrid su viaje a Kiev para el próximo 26 de mayo; no siendo defraudado por el poder de su mente. Yo prefiero dejar de lado las polémicas involucradas con los jueces centrales. Es un círculo vicioso - y los círculos no tienen principio ni fin. Nunca terminaríamos de discutirlo.
Las cosas como son: Hubo mano de Marcelo dentro del área grande. Penal tan claro como las aguas de los Cayos Cochinos. Sin embargo, pienso que el hecho de que el juez central no pitara ese penal, no definió el futuro del Bayern de Munich. Lo que si lo definió fue el error garrafal de Ulriech: dejando en bandeja de plata el segundo gol del equipo local para Monsieur Le Cat.
Desde el primer tiempo, hubo varios rezagos defensivos que Ulriech no manejó de manera solvente. Se evidenció dubitativo e inseguro, la fatalidad venía galopante desde el inicio. Incluso Marito Kempes hizo un comentario sobre esas acciones al filo de los 15' de partido. Por supuesto, varias fallas ofensivas de los de Heynckes sumaron a la causa perdida. Ellos no aprovecharon su ímpetu para remontar el partido. Estuvieron apenas a un gol de la gloria.
Del otro lado de la cancha, alguien sí hizo su chamba. Keylor sostuvo el sartén por el mango y negó el gol clasificador de los teutones en varias ocasiones sobre el final. Paradón tras paradón, y ante la nulidad de otras figuras merengues, él solito se proclamo el MVP del partido.
El Rey de Europa está en espera de su acompañante para la final mágica, la que todos esperamos con ansias. ¿Se levantará La Loba en el Olímpico de Roma, o Salah y compañía ratificarán el destino que ya empezaron a escribir en Anfield?
VQV
Epílogo:
Hoy me convertí en una #Tuitstar. Fernando Palomo me dio Retweet 😱. Evidencia: