#THROWBACK El 28 de julio del año 2019 será una fecha inolvidable para el ciclismo latinoamericano. Nairo Quintana lo sabía, a medio recorrido se acercó a una cámara de la transmisión, y pidió que capturaran lo que sucedería a continuación. Una postal de cuatro escarabajos abarcando el ancho de la calle; rodando, charlando, disfrutando, y liderando el pelotón. Entre ellos estaba el virtual campeón de la competencia.
Egan Bernal, un ‘chiqui’ de 22 años, sabía con un día de anticipación que ganaría el #TourDeFrancia (el que apenas es su segundo tour 😱). Intercambió la tradicional ruana por el maillot amarillo, y comenzó la etapa final incrédulo, bebiendo una merecídisima copita de champagne mientras calentaba motores. La gloria estaba apenas a tan solo 128 kilómetros de distancia.
Como nunca antes en la historia, un colombiano vestido de amarillo en la última etapa. Crédito: Y. Jansens
La última etapa es sencillamente alucinante, con la bellísima París de escenario, rutas que rodean al Museé du Louvre, y las calles con superficie mixta que conducen al lugar que todo ciclista sueña: la avenida principal de la capital francesa, Les Champs-Élysées. La multitud que esperaba ansiosa por el pelotón brotaba sabrosura y algarabía, montando una fiesta tricolor sin precedentes. Por primera vez en la historia, ¡Colombia y Latinoamérica estarían en el cajón más alto del podio!
Con la majestuosidad del Arco del Triunfo al fondo de la imagen, y un cielo naranja en su ocaso, el ‘Joven Maravilla’ se puso las manos en el rostro ante tanto asombro, levantó la mirada, y recibió con orgullo el primer lugar de la carrera más difícil del mundo. Tomó el micrófono y dijo Grazie • Thank you • Merci • Gracias. Seguido de un convincente, “espero que sea el primero de muchos”.
A lo largo del continente, miles estábamos solos, detrás de la pantalla, emocionados por el momento. En cambio, la gente de su pueblo estaba reunida en la plaza central, viendo juntos a su embajador escribir la historia de una manera sin igual. Ahora Zipaquirá no solamente será reconocida por ser hogar de la maravillosa Catedral de Sal, sino también por ser cuna del campeón más joven del Tour de Francia.
Algún día espero poder vivir este espectáculo en primera fila, en medio de Les Champs-Élysées, vistiendo una réplica del maillot amarillo o de lunares rojos, sintiendo el suelo vibrar cada vez que pasa una multitud de bicis a 60 kilómetros por hora. Se los adelanto. 😉🤞🏻